domingo, 27 de agosto de 2017

El canto del ordinario según el Kyrial (parte 2): propuestas prácticas

En el artículo anterior hablábamos acerca de la asociación de ciertas musicalizaciones gregorianas del ordinario de la misa con algunas fiestas o tiempos litúrgicos. Concretamente, acabamos citando la clasificación de melodías propuesta en el Graduale Romanum de 1908.



Antes que nada, y para que puedan disfrutar de música de fondo durante la lectura de este artículo, les recomendamos ir escuchando este vídeo, el Kyrie Stelliferi conditor orbis (XIII):



Pues bien: el Gradual de 1974, publicado por Solesmes, pensado para la liturgia Novus Ordo –en la que la clasificación de los días litúrgicos es ya distinta– solo propone un uso concreto para algunas de las misas:
  • I: Tempore Paschali
  • IV: In festis apostolorum
  • IX: In solemnitatibus et festis B. M. V.
  • X: In festis et memoriis B. M. V.
  • XI: In dominicis per annum
  • XVI: In feriis per annum
  • XVII: In dominicis Adventus et Quadragesimae
  • XVIII: In feriis Adventus et Quadragesimae et ad missam pro defunctis
A esto, se añade, en el Graduale Novum de 2011, la propuesta de utilizar las misas II y III para solemnidades, al igual que en el de 1908. 

Por tanto, y aunque no sea realmente obligatorio, hay unas cuantas misas que pueden usarse para ciertas ocasiones –según la tradición y las propuestas de Solesmes–, mientras que el resto se usarían en ad libitum.

Y ahora llegan nuestras propuestas prácticas: sería muy bonito que la asamblea recuperase la tradición de cantar el Ordinario de la misa usando las melodías gregorianas. En esa línea se trabajó en las primeras décadas del siglo XX, a raíz del motu proprio Tra le sollecitudine (1903) de san Pío X: 
Procúrese, especialmente, que el pueblo vuelva a adquirir la costumbre de usar del canto gregoriano, para que los fieles tomen de nuevo parte más activa en el oficio litúrgico, como solían antiguamente (Tra le sollecitudine, 3).
Y, ciertamente, donde es más plausible que la asamblea se una a la schola en el canto gregoriano es en las partes del Ordinario. Y, ¿por qué preferir las melodías gregorianas a otras para el Ordinario? Simplemente, por una sencilla razón: el canto gregoriano es el canto propio e inherente al rito romano, desarrollado junto a él a través de los siglos. Junto a la liturgia romana –al igual que ocurría con cualquier otro rito– se iban conformando unos cantos propios para esa liturgia, como parte integral de la misma. Es decir, el gregoriano no es una opción más, sino que es –de entrada– la opción. Esto fue frecuentemente olvidado con el paso de los siglos y ahí estuvieron grandes papas como san Pío X para marcar el camino correcto. También el Concilio Vaticano II confirmó esta doctrina: 
La Iglesia reconoce el canto gregoriano como el propio de la liturgia romana; en igualdad de circunstancias, por tanto, hay que darle el primer lugar en las acciones litúrgicas (Sacrosantum Concilium, 116).
Ahora bien, parece que el caso que en esta materia se ha hecho al concilio es más bien poco: al contrario, inexplicable y desgraciadamente, se ha intentado borrar el canto gregoriano del mapa, para desastre generalizado de la Iglesia Católica y de sus fieles. Pero bueno, no nos desanimemos: ¡tal vez sea hora de aplicar el concilio de verdad!, aunque llegue con más de medio siglo de retraso...

Pues a eso vamos: que la opción preferida debe ser –de ordinario– la de las melodías gregorianas. Aunque, como los papas y el concilio reconocieron, también puede (y debe) darse cabida de forma muy noble a la polifonía. Quizás en muchas parroquias de tamaño mediano-grande sea posible llegar a cantar en polifonía para ciertas ocasiones solemnes. Pero... empecemos hoy por hablar del gregoriano: creemos que se puede llegar a cantar siempre el Ordinario de la misa en gregoriano y en latín: pensamos que no hace ninguna falta la lengua vernácula para estas partes de la misa. (1)

Además, hay algo que sería muy bonito recuperar: el hecho de asociar ciertas fiestas o tiempos litúrgicos con unas melodías en concreto. Así, por ejemplo, se podría cantar la misa IX (cum iubilo) en todas las fiestas dedicadas a la Virgen, la misa I (lux et origo) durante los domingos de Pascua, la XVII o XVIII para Adviento y Cuaresma, la XI (orbis factor) durante los domingos del tiempo ordinario, y tal vez la más popular De angelis (VIII) para ciertas solemnidades (2). De este modo, por una parte, ganaríamos en facilidad para aprender las melodías de cara a la asamblea y al coro, ya que es mucho más sencillo "machacarlas" durante una temporada, que cantarlas de forma esporádica. Pero no solo es una cuestión práctica, sino que simbólicamente sería algo muy bello: se crearía en los fieles un modo más para asociar los diferentes tiempos del año, dándoles a estos una unidad musical en su conjunto. Al igual que sucede con los colores litúrgicos, la música actuaría aquí de un modo similar.

Pero, ¿cómo (re)introducir estas bellas melodías perdidas para los fieles de hoy en día? (3) Pues es más fácil de lo que podría pensarse: poco a poco y sin prisas. Todo dependerá de la calidad musical de nuestro coro y de nuestra asamblea, pero quizás cada año puede introducirse una sola nueva melodía. Este es un objetivo totalmente plausible. Empecemos tal vez por las melodías más sencillas o aquellas que aún se cantan en algunas parroquias, como la misa de angelis o la misa XVIII. Una buena idea podría ser empezar cantando la misa De angelis para algunas solemnidades e introducir la misa XVIII para los tiempos de Adviento y Cuaresma. Si esto empieza a funcionar bien, al año siguiente (o quizás en un par) se pueden ir introduciendo nuevas misas, como Orbis factorCum iubilo o Cunctipotens genitor Deus, o también uno de los credos, por ejemplo el más popular de ellos, el Credo III. De este modo, en unos cinco años (o tal vez más), podríamos estar manejando unas cinco o seis misas gregorianas y un credo. Una vez llegados a ese punto, centrémonos en afianzar estas melodías por parte del coro y de nuestra asamblea. 

No nos preocupemos si al principio la asamblea no nos sigue: claro que no va a cantar al principio, y más sabiendo lo que le cuesta a la gente en España abrir la boca para cantar. Será necesario que oigan muchas veces las mismas melodías para empezar a animarse a hacerlo. Pero, si las "machacamos" así, es seguro que en unos pocos años podemos llegar a tener una asamblea cantando gregoriano a todo pulmón. Y quien no lo haga será porque no quiera, simplemente. Eso sí, preocupémonos de ofrecer a la asamblea en un folleto un par de cosas:
  • La partitura. Sí, en notación cuadrada, ¿por qué no? (en España, a la inmensa mayoría de personas les va a decir lo mismo la notación en pentagrama que la cuadrada...). Poco a poco irán aprendiendo y descifrarán de forma natural qué significan aquellos signos. Y, en todo momento, gráficamente les dará una pista gráfica, algo que les ayudará a animarse a cantar.
  • La traducción. Es cierto que todo el mundo conoce bien el Ordinario de la misa en español pero, para que no nos digan aquella excusa barata de "el latín no se entiende", ofrezcamos la traducción junto a la partitura. Lo ideal sería bajo el mismo texto latino, como permite realizar el programa gratuito y on-line Gregorio
Esta propuesta es un plan de trabajo de largo recorrido, pero creemos que merece la pena. Empecemos con lo más sencillo y de forma esporádica. Y, poco a poco, que la gente se acostumbre a ello y se vaya convirtiendo en norma. Y, también poco a poco y con paciencia, ya iremos aumentando el repertorio. ¡Qué gozada cuando se empiecen a ver los frutos!

PD: Les dejamos un vídeo del estupendo canal Graduale Project. Se trata del Sanctus de la misa XVIII, para quien quiera empezar a practicar. 😉





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(1) Recordemos que el latín es la lengua propia e inherente al rito romano, al igual que otras lenguas arcaicas lo son de los ritos orientales. También es una pena que esta antigua lengua se haya perdido: nunca debería haberse ido; el concilio no pidió eso, sino todo lo contrario. Pero es otro de los rasgos puramente católicos que, desgraciadamente, se perdieron con las innovaciones post-conciliares. Aunque, recordemos, igual de lícito es decir la misa (Novus Ordo) en latín de arriba abajo (o en parte) que en lengua vernácula: queda a decisión del celebrante.

(2) Esto no deja de ser una proposición, pero la selección de melodías a cantar es algo totalmente libre. Idealmente, algún día quizás lejano, estaría bien llegar a tener en uso todo o casi todo el Kyrial (como objetivo "ideal"...). También puede empezar usándose las misas propuestas en el Kyrial del Graduale Simplex que serían, supuestamente, las melodías más sencillas.

(3) ¡Qué fácil es destruir de un plumazo aquella riqueza litúrgica que se ha ido construyendo muy poco a poco a lo largo de los siglos! Pero, en cambio, ¡qué difícil es recuperarla cuando se ha perdido, aunque aún no haga tanto tiempo de ello! Ay... 

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